Me manda un mail mi amigo Jesús que os reproduzco por su interés
Salvo en la torre de Londres, donde hay que tenerlos bien alimentados y lustrosos porque, según la leyenda, la monarquía británica tendría los días contados si faltaran, la cría de cuervos nunca fue una afición recomendable. Sus escandalosos graznidos y su pasión por la carroña los hicieron inservibles para la cetrería. Al parecer, sólo los vikingos les dieron una utilidad: soltarlos en alta mar para que encontraran tierra firme. De ahí que la contemplación de los cuervos en algunas aldeas presagiara todo tipo de calamidades y se les asociara invariablemente con el mal agüero.
Pasada la época de las razziaspor la costa de los hijos de Odín, criar cuervos, incluso figuradamente, dejó de tener sentido y se tornó una actividad peligrosa, sobre todo en época electoral porque el bicho es insaciable y no atiende a razones. En Génova, la sede del PP, empezaron a alimentarlos con pollo al chilindrón y lubina a la sal, y, al cabo del tiempo, alguno de estos pájaros, negrísimos de suyo, han exigido ya caviar y la hoja de reclamaciones.
Francisco José Alcaraz, el presidente de la AVT, se ha convertido en un problema para el PP y de los grandes. Se veía venir de lejos, dada las especiales maneras del personaje, muy útil como testaferro de manifestaciones contra el Gobierno pero carente de toda sutileza. Si algo ha logrado Alcaraz es la desafección de buena parte de la ciudadanía, que, de un tiempo a esta parte, contempla a las víctimas con notoria antipatía y a la Asociación como un instrumento de la derecha más extrema. No es, desde luego, para sentirse orgulloso.
Gracias a este peluquero jienense, digna profesión donde las haya, se puso de moda la rima en consonante en los comunicados de la AVT. Traición rimaba con rendición, porque Zapatero, que es un embustero, no es que hubiera pactado con ETA, es que había claudicado. Y se contribuyó a extender cierta confusión acerca del concepto de víctima así como del papel que debían de jugar en un proceso de negociación.
Se ha dicho, por ejemplo, sin que nadie lo rebatiera, que las víctimas habían sido asesinadas o mutiladas por defender la democracia, como si el muerto del coche bomba o los propios guardias civiles abatidos días atrás en Francia hubieran podido elegir su suerte y, en un gesto de entrega suprema a la patria, hubieran aceptado el sacrificio que se les imponía.
Simultáneamente, se expandió el concepto de víctima, que ya no se limitaba a los muertos o a los heridos, sino también a sus familiares, posiblemente también a sus amigos y vecinos, y, llegado el caso, a todos aquellos que alguna vez cruzaron alguna palabra con ellos. Es obvio que, de una u otra manera, todos somos víctimas del terrorismo, pero su multiplicación formal ha generado ciertas disfunciones, especialmente tras el desembarco en política de su principal asociación. ¿Qué puede compartir Alcaraz con Ernest Lluch, asesinado por ETA, o con Eduardo Madina, mutilado por estos mismos asesinos? ¿Qué puntos de coincidencia cabe encontrar entre ellos?
Se supuso también que el haber experimentado un sufrimiento infinito -algo que no se cuestiona- daba derecho a las víctimas o a la Asociación que dice representarlas a decidir la política antiterrorista del Gobierno, más allá de la necesaria memoria y homenaje del que son acreedoras. Ahora bien, ¿se preguntó a las víctimas del nazismo qué régimen debía instaurarse en Alemania a la muerte de Hitler? ¿Se consultó a las víctimas de Franco si era mejor la transición o la ruptura? ¿Alguien ha interrogado a las víctimas de la carretera acerca de los trazados de las nuevas autopistas y autovías?
Finalmente, se ha llegado proponer la inviolabilidad legal de las víctimas a la regia manera, de forma que Alcaraz pueda proclamar libremente que Zapatero es un etarra o su embajador plenipotenciario, y se organicen grupos para insultar al presidente del Gobierno en algún funeral o para llamar “maricón” y perseguir en las concentraciones silenciosas al concejal Pedro Zerolo.
Atrás quedaron aquellos años de olvido injustificable, en los que una mujer como Ana María Vidal Abarca-a la que desde el entorno de Alcaraz se ha vilipendiado- llamaba a las puertas de los empresarios para pedir fondos para las víctimas y sus hijos. Hoy en día el Estado cumple sobradamente sus obligaciones, establecidas además por ley. ¿Tiene sentido en ese contexto la propia existencia de la AVT? ¿Alguien entendería que la asociación de afectados por la colza siguiera activa tras haber recibido todos sus miembros las indemnizaciones correspondientes?
Al PP ya no le sirve Alcaraz porque con Zapatero en plan implacable contra ETA su discurso es anacrónico y roza la caricatura. ¿No es gracioso que alguien que lleva años pidiendo unidad para derrotar a ETA se niegue a ir a la primera concentración unitaria convocada con ese lema? Posiblemente, hayan sido los populares quienes le hayan obligado a anunciar que no repetirá como presidente de la AVT. Entre tanto, exige a Rajoyque se deje ver de su brazo. Lo decía Macbeth: “La luz se espesa, y el cuervo vuela hacia el bosque sombrío”. Parece que a Rajoy le ha empezado a dar miedo tanta oscuridad.
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