jueves, 6 de noviembre de 2008

DÍSCURSO ÍNTEGRO DE BARACK OBAMA


Si todavía queda alguien por ahí que aún duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo
es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros
tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta.
Es la respuesta dada por las colas que se extendieron alrededor de escuelas e iglesias en un
número cómo esta nación jamás ha visto, por las personas que esperaron tres horas y cuatro
horas, muchas de ellas por primera vez en sus vidas, porque creían que esta vez tenía que ser
distinta, y que sus voces podrían suponer esa diferencia.
Es la respuesta pronunciada por los jóvenes y los ancianos, ricos y pobres, demócratas y
republicanos, negros, blancos, hispanos, indígenas, homosexuales, heterosexuales,
discapacitados o no discapacitados. Estadounidenses que transmitieron al mundo el mensaje de
que nunca hemos sido simplemente una colección de individuos ni una colección de estados
rojos y estados azules.
Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América.
Es la respuesta que condujo a aquellos que durante tanto tiempo han sido aconsejados a ser
escépticos y temerosos y dudosos sobre lo que podemos lograr, a poner manos al arco de la
Historia y torcerlo una vez más hacia la esperanza en un día mejor.
Ha tardado tiempo en llegar, pero esta noche, debido a lo que hicimos en esta fecha, en estas
elecciones, en este momento decisivo, el cambio ha venido a Estados Unidos.
Esta noche, recibí una llamada extraordinariamente cortés del senador McCain.
El senador McCain luchó larga y duramente en esta campaña. Y ha luchado aún más larga y
duramente por el país que ama. Ha aguantado sacrificios por Estados Unidos que no podemos ni
imaginar. Todos nos hemos beneficiado del servicio prestado por este líder valiente y abnegado.
Le felicito; felicito a la gobernadora Palin por todo lo que han logrado. Y estoy deseando
colaborar con ellos para renovar la promesa de esa nación durante los próximos meses.
Quiero agradecer a mi socio en este viaje, un hombre que hizo campaña desde el corazón, e
hizo de portavoz de los hombres y las mujeres con quienes se crío en las calles de Scranton y
con quienes viajaba en tren de vuelta a su casa en Delaware, el vicepresidente electo de los
Estados Unidos, Joe Biden.
Y no estaría aquí esta noche sin el respaldo infatigable de mi mejor amiga durante los últimos 16
años, la piedra de nuestra familia, el amor de mi vida, la próxima primera dama de la nación,
Michelle Obama.
Sasha y Malia, os quiero a las dos más de lo que podéis imagina. Y os habéis ganado el nuevo
cachorro que nos acompañará hasta la nueva Casa Blanca. Y aunque ya no está con nosotros,
sé que mi abuela nos está viendo, junto con la familia que hizo de mí lo que soy. Los echo en
falta esta noche. Sé que mi deuda para con ellos es incalculable
A mi hermana Maya, mi hermana Alma, al resto de mis hermanos y hermanas, muchísimas
gracias por todo el respaldo que me habéis aportado. Estoy agradecido a todos vosotros. Y a mi
director de campaña, David Plouffe, el héroe no reconocido de esta campaña, quien construyó la
mejor, la mejor campaña política, creo, en la Historia de los Estados Unidos de América.
A mi estratega en jefe, David Axelrod, quien ha sido un socio mío a cada paso del camino. Al
mejor equipo de campaña que se ha compuesto en la historia de la política. Vosotros hicisteis
realidad esto, y estoy agradecido para siempre por lo que habéis sacrificado para lograrlo.
Pero sobre todo, no olvidaré a quién pertenece de verdad esta victoria. Os pertenece a vosotros.
Os pertenece a vosotros.
Nunca parecí el aspirante a este cargo con más posibilidades. No comenzamos con mucho
dinero ni con muchos avales. Nuestra campaña no fue ideada en los pasillos de Washington. Se
inició en los jardines traseros de Des Moines y en los cuartos de estar de Concord y en los
porches de Charleston. Fue construida por los trabajadores y las trabajadoras que recurrieron a
los pocos ahorros que tenían para donar a la causa cinco dólares y diez dólares y veinte dólares
Adquirió fuerza de los jóvenes que rechazaron el mito de la apatía de su generación, que dejaron
atrás sus casas y sus familiares para hacer trabajos que les procuraron poco dinero y menos
sueño.
Adquirió fuerza de las personas no tan jóvenes que hicieron frente al gélido frío y el ardiente
calor para llamar a las puertas de desconocidos y de los millones de estadounidenses que se
ofrecieron voluntarios y organizaron y demostraron que, más de dos siglos después, un gobierno
del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no se ha desvanecido de la Tierra.
Esta es vuestra victoria.
Y sé que no lo hicisteis sólo para ganar unas elecciones. Y sé que no lo hicisteis por mí. Lo
hicisteis porque entendéis la magnitud de la tarea que queda por delante. Mientras celebramos
esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de
nuestras vidas -dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo-.
Mientras estamos aquí esta noche, sabemos que hay estadounidenses valientes que se
despiertan en los desiertos de Irak y las montañas de Afganistán para jugarse la vida por
nosotros.
Hay madres y padres que se quedarán desvelados en la cama después de que los niños se
hayan dormido y se preguntarán cómo pagarán la hipoteca o las facturas médicas o ahorrar lo
suficiente para la educación universitaria de sus hijos.
Hay nueva energía por aprovechar, nuevos puestos de trabajo por crear, nuevas escuelas por
construir, y amenazas por contestar, alianzas por reparar.
El camino por delante será largo. La subida será empinada. Puede que no lleguemos en un año
ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy
esta noche de que llegaremos.
Os prometo que, nosotros, como pueblo, llegaremos.
Habrá percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada
decisión o política mía cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar
todos los problemas.
Pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos afrontan. Os escucharé, sobre
todo cuando discrepamos. Y sobre todo, os pediré que participéis en la labor de reconstruir esta
nación, de la única forma en que se ha hecho en Estados Unidos durante 221 años bloque por
bloque, ladrillo por ladrillo, mano encallecida sobre mano encallecida.
Lo que comenzó hace 21 meses en pleno invierno no puede terminar en esta noche otoñal. Esta
victoria en sí misma no es el cambio que buscamos. Es sólo la oportunidad para que hagamos
ese cambio. Y eso no puede suceder si volvemos a como era antes. No puede suceder sin
vosotros, sin un nuevo espíritu de sacrificio.
Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu del patriotismo, de responsabilidad, en que
cada uno echa una mano y trabaja más y se preocupa no sólo de nosotros mismos sino el uno
del otro.
Recordemos que, si esta crisis financiera nos ha enseñado algo, es que no puede haber un Wall
Street (sector financiero) próspero mientras que Main Street (los comercios de a pie) sufren.
En este país, avanzamos o fracasamos como una sola nación, como un solo pueblo. Resistamos
la tentación de recaer en el partidismo y mezquindad e inmadurez que han intoxicado nuestra
vida política desde hace tanto tiempo.
Recordemos que fue un hombre de este estado quien llevó por primera vez a la Casa Blanca la
bandera del Partido Republicano, un partido fundado sobre los valores de la autosuficiencia y la
libertad del individuo y la unidad nacional.
Esos son valores que todos compartimos. Y mientras que el Partido Demócrata ha logrado una
gran victoria esta noche, lo hacemos con cierta humildad y la decisión de curar las divisiones que
han impedido nuestro progreso.
Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que la nuestra, no somos enemigos sino
amigos. Aunque las pasiones los hayan puesto bajo tensión, no deben romper nuestros lazos de
afecto.
Y a aquellos estadounidenses cuyo respaldo me queda por ganar, puede que no haya obtenido
vuestro voto esta noche, pero escucho vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y seré vuestro
presidente, también.
Y a todos aquellos que nos ven esta noche desde más allá de nuestras costas, desde
parlamentos y palacios, a aquellos que se juntan alrededor de las radios en los rincones
olvidados del mundo, nuestras historias son diversas, pero nuestro destino es compartido, y llega
un nuevo amanecer de liderazgo estadounidense.
A aquellos, a aquellos que derrumbarían al mundo: os vamos a vencer. A aquellos que buscan la
paz y la seguridad: os apoyamos. Y a aquellos que se preguntan si el faro de Estados Unidos
todavía ilumina tan fuertemente: esta noche hemos demostrado una vez más que la fuerza
auténtica de nuestra nación procede no del poderío de nuestras armas ni de la magnitud de
nuestra riqueza sino del poder duradero de nuestros ideales; la democracia, la libertad, la
oportunidad y la esperanza firme.
Allí está la verdadera genialidad de Estados Unidos: que Estados Unidos puede cambiar.
Nuestra unión se puede perfeccionar. Lo que ya hemos logrado nos da esperanza con respecto
a lo que podemos y tenemos que lograr mañana.
Estas elecciones contaron con muchas primicias y muchas historias que se contarán durante
siglos. Pero una que tengo en mente esta noche trata de una mujer que emitió su papeleta en
Atlanta. Ella se parece mucho a otros que guardaron cola para hacer oír su voz en estas
elecciones, salvo por una cosa: Ann Nixon Cooper tiene 106 años.
Nació sólo una generación después de la esclavitud; en una era en que no había automóviles
por las carreteras ni aviones por los cielos; cuando alguien como ella no podía votar por dos
razones -porque era mujer y por el color de su piel. Y esta noche, pienso en todo lo que ella ha
visto durante su siglo en Estados Unidos- la desolación y la esperanza, la lucha y el progreso; las
veces que nos dijeron que no podíamos y la gente que se esforzó por continuar adelante con ese
credo estadounidense: Sí podemos.
En tiempos en que las voces de las mujeres fueron acalladas y sus esperanzas descartadas, ella
sobrevivió para verlas levantarse, expresarse y alargar la mano hacia la papeleta. Sí podemos.
Cuando había desesperación y una depresión a lo largo del país, ella vio cómo una nación
conquistó el propio miedo con un Nuevo Arreglo, nuevos empleos y un nuevo sentido de
propósitos comunes.
Sí podemos
Cuando las bombas cayeron sobre nuestro puerto y la tiranía amenazó al mundo, ella estaba allí
para ser testigo de cómo una generación respondió con grandeza y la democracia fue salvada.
Sí podemos.
Ella estaba allí para los autobuses de Montgomery, las mangas de riego en Birmingham, un
puente en Selma y un predicador de Atlanta que dijo a un pueblo: "Lo superaremos".
Sí podemos.
Un hombre llegó a la luna, un muro cayó en Berlín y un mundo se interconectó a través de
nuestra ciencia e imaginación.
Y este año, en estas elecciones, ella tocó una pantalla con el dedo y votó, porque después de
106 años en Estados Unidos, durante los tiempos mejores y las horas más negras, ella sabe
cómo Estados Unidos puede cambiar.
Sí podemos.
Estados Unidos, hemos avanzado mucho. Hemos visto mucho. Pero queda mucho más por
hacer. Así que, esta noche, preguntémonos -si nuestros hijos viven hasta ver el próximo siglo, si
mis hijas tienen tanta suerte como para vivir tanto tiempo como Ann Nixon Cooper, ¿qué cambio
verán? ¿Qué progreso habremos hecho?
Esta es nuestra oportunidad de responder a ese llamamiento. Este es nuestro momento. Estos
son nuestros tiempos, para dar empleo a nuestro pueblo y abrir las puertas de la oportunidad
para nuestros pequeños; para restaurar la prosperidad y fomentar la causa de la paz; para
recuperar el sueño americano y reafirmar esa verdad fundamental, que, de muchos, somos uno;
que mientras respiremos tenemos esperanza.
Y donde nos encontramos con escepticismo y dudas y aquellos que nos dicen que no podemos,
contestaremos con ese credo eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí podemos.
Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es impresionante la evolución que va teniendo la humanidad en su conjunto. Ahora se puede hablar de una evolución verdadera, con base en el respeto a los derechos civiles de las personas y la necesidad que existe en los pueblos de tomar sus propias decisiones. Enhorabuena para los USA. Ojalá y este acontecimiento sirva al mundo entero para construir puentes en lugar de muros.

VICTOR dijo...

Totalmente de acuerdo

Diario de un internauta