lunes, 30 de junio de 2008

¡Pudimos!


La selección española de fútbol se lo debía a la afición, a sí misma, a todo un país que durante dos semanas ha seguido como en estruendoso trance la progresión de un once que ha derrochado sabiduría, juego, voracidad de victoria, pero sobre todo convicción de que ésta era la buena; de que ni octavos, ni cuartos, ni penaltis, ni el sursum corda disfrazado de acorazado teutón, podía impedir que un domingo de calor en Viena, al cabo de 90 minutos de muy digna pelea -con nervio pero no nerviosa- contra un rival blindado de victorias, España se proclamara campeona de Europa de fútbol.
Al final ¡Pudimos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

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Diario de un internauta